Cultura

Herencia y creatividad: La pesca con papalote en San Mateo del Mar

Ramón Bragaña

San Mateo del Mar, Oax.- Originario de la China, el papalote llegó a México hace 500 años y con él el sueño de volar sobre las alas de una papalotl , palabra Nahuatl que signifca mariposa, ya mexicanizado el papalote, no sólo captó la imaginación de los niños, sino también de los adultos, conquistando un sitio en la mitología de las culturas locales.

Tal es el caso de las comunidades que se asientan en la región del Istmo de Tehuantepec, donde los vientos TEHUANOS o NORTES, superan los 150 kilómetros por hora.

Los vientos le dieron forma a la cultura de los pueblos de  esta región de Oaxaca,  particularmente la de los Huaves o Ikoots, pueblo originario del Perú, que  se ha distinguido desde la época prehispánica por su arraigo a la cultura pesquera.

No se tiene un registro claro del primer vuelo del papalote para pescar en la memoria de sus habitantes, sin embargo hoy en día en San Mateo del Mar,   sus habitantes siguen basando su subsistencia en la pesca artesanal  en la laguna superior e inferior, debido a la fuerza del oleaje que les impide a ellos pescar mar adentro.

Así lo hace todos los días Daniel indígena Ikoots, quien heredó de su abuelo y su padre este oficio, su jornada de trabajo comienza a las 6:00 de la mañana, una a una echa en su canasto las redes, mecates, el papalote y todas las artes de pesca con la que conseguirá la comida para su familia.

Son 2 kilómetros los que Daniel tiene que caminar para encontrarse  con el  océano Pacifico,  con su canasto al hombro, el papalote  sujetado con su mano derecha y con la esperanza de una buena pesca, Daniel avanza entre la arena y el zacate.

Los primeros rayos del sol le dicen que tiene que apresurar el paso, después de 10 minutos de camino, a lo lejos comienza a escucharse el retumbo del mar, lo que era un reflejo al iniciar el recorrido, se convierte en una playa de olas bravas.

Daniel levanta la mirada y siente la fuerza del viento, como si le pidiera permiso a un ser supremo fija su mirada en el mar, para después atar su canasto a un tronco y comenzar a bajar las cosas para avanzar con la pesca.

Después de vaciar el canasto busca el hilo que usará para levantar el papalote, la cola que no es más que una red rota, amarrado el papalote al hilo  lo levanta contra el viento y de la nada asciende el vuelo como mariposa.

“Ahora tengo que extender la red para amarrarla a la cuerda del papalote para que se meta al mar, hay que aprovechar la fuerza del viento para que se lleve la red lo más lejos posible”, refirió

Con esa habilidad que los años de experiencia le brinda, Daniel va alejando el papalote mientras ve como la red se pierde entre las olas del mar.

Sentado en la playa, Daniel aguarda poco más de 40 minutos mientras la corriente del mar hace su trabajo, en su escaso español este indígena Ikoots nos platica alguna de sus anécdotas al pescar con papalote.

“Yo empecé a pescar con mi abuelo y mi papá cuando tenías apenas cinco años, en una ocasión  mi papá me dejó a cargo del papalote mientras ellos preparaban los canastos, en ese momento me descuidé y solté el mecate del papalote, por unos segundos no sabía qué hacer,  mi papá se dio cuenta y con su pie detuvo el mecate para que no se perdiera la pesca, nunca lo voy a olvidar, ese día aprendí que hay que poner toda la atención cuando uno viene a pescar con el papalote”, refirió

Una vez concluido el tiempo, el ritual continúa, Daniel va jalando el cordón de la red, que lo hace caminar más de  150 metros, justo ahí inicia la faena para sacar la red, pesada por la carga de pescados, Daniel tiene que juntar toda la fuerza y la experiencia para poder sacarla y evitar que se abra y libere la pesca.

Después de 15 minutos Daniel logra ver el resultado de su pesca, medio canasto de pescados y algunas jaibas, se convertirán en la comida del día para él y su familia.

“Así como me ves, me siento contento y agradecido con mis ancestros, gracias a ellos hoy tengo  la manera de llevar comida a mi casa”, comentó

Actualmente la modernidad y las oportunidades laborales que permiten tener un mejor ingreso económico, ha ocasionado que sean pocos los indígenas Ikoots lo que se dediquen a la pesca con papalote.

Daniel es uno de los mejores en este arte de pescar con papalote, él como lo hiciera su abuelo y su padre, poco a poco está tratando de enseñar esta tradición ancestral de los pueblos Ikoots a sus hijos, para que cuando llegue el momento, sean ellos los que continúen con esta tradición.

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